Lluvias: Cuidar el Reservorio Natural


Cuidar el suelo como reservorio de agua, Revista Agropecuaria Nuevo Siglo.El cambio en el clima es una variable constante. Frente a este escenario, resulta clave que el sector agropecuario implemente prácticas de manejo que mejoren la capacidad de captación y almacenaje de agua en los suelos, tales como rotaciones, fecha y densidad de siembra, control temprano de malezas en rastrojos y cultivos de cobertura y nutrición.

 

El clima es inmanejable, por ende se debe trabajar en lo que se puede influir, no se puede manejar la lluvia, pero sì mejorar el almacenamiento en el suelo de lo que llega del cielo.
El INTA viene trabajando en esto y cada tanto emite recomendaciones para mejorar el manejo del agua de lluvia.

El suelo
Para Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, “el suelo es un reservorio natural capaz de almacenar más de 100 milímetros de agua de lluvia, desde ya según la capacidad de retención de agua útil de cada tipo de suelo, acorde a su composición textural y profundidad”. Por esto, es “clave conservar y gestionar el agua en el suelo en los momentos de aporte desde la atmósfera mediante prácticas agronómicas acorde a cada paisaje y ambiente”.
Mercuri consideró “estratégico” planificar y asegurar el inicio de la siembra de fina y planificación de gruesa de primera, acorde a las  reservas que puedan llegar desde ahora.

Prioridad
De acuerdo con Mercuri, “la conservación del agua en el suelo es prioridad de adaptación a los extremos del clima y hoy es una práctica agronómica que debe tener la máxima atención, igual o mayor a la atención a los pronósticos futuros”.
En las constantes charlas que los profesionales del INTA brindan en territorio, siempre se insiste en que existen una amplia diversidad de estrategias agronómicas que permiten conservar agua de lluvia: “algunas se inician al momento de la cosecha, y ocurren entre campañas” aclara Pablo Mercuri, mientras que otras “son a largo plazo”. Entre las que requieren mayor planificación se destaca la sistematización de lotes con terrazas, laboreo contrario a la pendiente, siguiendo curvas de nivel, mejoras en la estructura del suelo para la infiltración del agua, y laboreos que eviten la compactación, pero en el norte  no se deja de insistir y probar constatemente el uso de cultivos de servicios que permite obtener muy buenos resultados.
Pero sin duda todo parte desde el escritorio, con la planificación como brújula, y en línea con el armado de la estrategia para la próxima siembra de cultivos de invierno o de verano, Martín Díaz Zorita, profesor e investigador de la Universidad de La Pampa, el Conicet y vicepresidente del Consejo del CIRN, recomendó “aprender a gestionar el otoño, es decir, asegurar que ingrese la mayor cantidad de agua posible en el lugar donde ocurre la lluvia”.
Díaz Zorita remarcó que “el manejo de coberturas es asegurar condiciones de distribución de rastrojos en el lote para que la gota de agua de lluvia impacte lo menos posible en forma directa en el suelo y, por lo tanto, el proceso de infiltración se dé mayormente en el lugar donde cae, y no que se dé rotura de suelo, planchados, sellado de poros y escurrimiento”.
Díaz Zorita hizo hincapié en cuidar el agua que ingresa al suelo: “La evaporación tiene que ser la menor posible, para lo cual, la cobertura del suelo con rastrojos ayuda; y la transpiración tiene que ser exclusivamente a través de las especies, de los cultivos que cosechamos, que producimos, para lo cual, el manejo del control de malezas tiene que ser lo más temprano posible”, remarcó.
De esta manera, se asegura que el consumo de agua que se va a tener va a ir dirigido principalmente hacia los cultivos que se están realizando y que no haya una pérdida por la competencia por las malezas.

Conclusión
Lo que se pretende transmitir desde INTA, y desde artículo en particular, es que “hay que tratar que el agua infiltre donde cae, por lo tanto, el sistema poroso tiene que estar lo más preparado posible, y eso es con baja presión de compactaciones, y que el consumo o la competencia por ese recurso (control de malezas) se reduzca o sea más eficiente para poder reflejar ese efecto de conservación y de transferencia a la transpiración”.
No es un dato menor frente a una campaña con notorio déficit de precipitaciones y con un pronóstico de fenómeno "La Niña" para la próxima primavera.

Página 03 de la Revista Agropecuaria Nuevo Siglo del mes de abril 2024
Página 03 de la Revista Agropecuaria Nuevo Siglo del mes de abril 2024.
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Publicado el 20 Apr 2024